domingo, 30 de junio de 2013

LA TIMIDEZ.

Todos a lo largo de nuestro desarrollo como personas hemos sentido vergüenza o timidez en multitud de ocasiones, algo totalmente normal  y que no es más que una manifestación de la falta de seguridad al entrar en contacto con otras personas en momentos puntuales. El problema aparece cuando la timidez se instala de por vida y se convierte en algo patológico con consecuencias claramente negativas que afectan a la estabilidad psicológica, la satisfacción personal y las relaciones con el entorno a nivel personal, social y laboral. Descubrir el origen de la timidez es el primer paso para combatirla. Puede proceder de un sentimiento de inferioridad (el que sufre se siente inferior por una causa real o imaginaria), puede heredarse de los padres genéticamente o aprenderse de ellos por la convivencia. No hay que confundir a la persona introvertida con la tímida. El introvertido que puede ser tímido o no como el extrovertido, tiende a encerrarse dentro de sí mismo y a abrirse poco a los demás, se siente a gusto con los objetos, los libros o la misma naturaleza disfrutándolos en solitario sin compartir sus vivencias con los demás, en definitiva, es feliz así. En cambio, para el tímido su manera de actuar es un verdadero problema y le hace sentir mal.

La timidez, por regla general, es un problema que va generándose desde la infancia, por lo que es fundamental detectarla y trabajarla a tiempo. La educación emocional tiene mucho que decir al respecto: trabaja la autoestima, el autoconocimiento, la escucha activa, la asertividad, la empatía. Nos enseña a identificar, aceptar, controlar y expresar emociones. Facilita la interacción con los demás a través de talleres  de expresión corporal y facial, musicoterapia,y habilidades sociales. Nos ayuda a ser más conscientes de nuestro cuerpo y como utilizarlo a la hora de comunicarnos con los demás. Aprendemos a relajarnos a través de ejercicios de atención plena. En definitiva, convivir con la timidez hoy por hoy no es la mejor opción si tenemos en cuenta que existen muchas técnicas para hacerla desaparecer o cuando menos conseguir que tenga el menor impacto posible en nuestra vida.

Ana Adarve. Psicóloga.   adarveybarrera@gmail.com


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