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sábado, 30 de noviembre de 2013
COMPAÑERO INSEPARABLE...MI CUERPO
domingo, 10 de noviembre de 2013
VIVIR LENTO...MUY LENTO
Lento para mirar como se despereza el día.
Lento para no quedarnos en lo aparente e ir
más allá de la primera impresión.
Vivir lento para sentir cada beso, cada
abrazo, cada caricia,.
Lento para percibir olores que nos trasporten
a la niñez, al mar, al campo.
Lento para escuchar la melodía de la vida que
nunca calla.
Muy Lento para cobijar unas manos amigas o
amadas y notar la calidez que sólo añoramos cuando nos faltan.
Lento para perdernos en sonrisas y miradas.
Lento para oir los mensajes que nuestra mente
y nuestro cuerpo nos gritan a voces.
En definitiva, lentos para embriagarnos de
vida. Ana Adarve. Psicóloga.
sábado, 2 de noviembre de 2013
LA IMPORTANCIA DE MORIR CON DIGNIDAD. ¿VIVIR A CUALQUIER PRECIO?
Cuando yo sea vieja, me moriré. Tú que lo lees, también te vas a morir. Nos morimos. Nos morimos todos. Tú, yo, ese, aquel, el de más allá. Todos. Nadie que esté leyendo este artículo quedará aquí para contarlo. Empezamos a morir el día que nacemos. Muerte, lo único que es seguro e irrevocable e ineludible y algo que cada vez nos suena más ajeno; la muerte no va con nosotros.
La vejez es ya un tremendo error, una vergüenza. Tanto es así que nuestros vecinos ingleses esta semana prohíben en los documentos del NHS utilizar la palabra “anciano”, porque “es discriminatoria”. Parece que decir que alguien es anciano es insultarle, vejarle. Vivimos acosados por una sociedad que quiere continuamente rejuvenecernos, que nos mete por los ojos pócimas mágicas, productos con propiedades sobrenaturales, cirugías reparadoras, ejercicios para el cerebro, chequeos exhaustivos y cualquier otra cosa que retrase el final. Todo se trata, todo se cura y además eres tonto si no lo haces o no lo aceptas.
Y esta vorágine tiene un precio: está prohibido envejecer y para colmo morirse es un fracaso personal y profesional. Y si uno vive fuera del mundo sanitario, quizás le encuentra la gracia (“envejecer está en la mente”, “los 70 de ahora son los 60 de antes”….etc,etc) pero en la realidad sanitaria es una tragedia. Considerar a alguien como un anciano es discriminarle por lo tanto se nos empuja a tratar igual a un hombre de 40 años que a un anciano de 90. Resulta inaudito ver las listas de medicación de personas tan extremadamente deterioradas que ni saben para que son sus 20 pastillas ni las pueden tragar, resulta trágico ver a ancianos sometidos a procedimientos agresivos (endoscopias, implantación de marcapasos….) cuando están tan demenciados que no pueden firmar su propio consentimiento, resulta dramático saber de personas muy mayores que permanecen atados a las camas para evitar que se arranquen las sondas naso-gástricas que les alimentan artificialmente; resulta desgarrador clavar vías y hacer radiografías a pacientes que clínicamente están dando sus últimas bocanadas; resulta inhumano comenzar antibióticos o trasfundir sangre a alguien que dejó de reconocer a su familia o saber su nombre hace una década. Resulta, en fin, una tragedia que de tanto preocuparnos en vivir, nos hemos olvidado de morir.
Y esto es lo que estamos haciendo. Yo de mayor quiero ser anciana, sí señor, yo quiero ser vieja. Y si me demencio quiero acabar cuando antes la tragedia de no ser yo. No quiero médicos majaderos que alarguen mi vida solo por que la ciencia se lo permite. La misión de un médico incluye también asegurar el bienestar de los pacientes terminales y nadie hay mas terminal que un anciano escarado, dependiente y sin memoria de haber existido, nadie.
Ya está bien de esta medicina agresiva, inhumana, descabellada y absurda. Ya está bien de jugar a ser dios.Ya está bien.
Entrada del blog medioacuadros.
EMOCIÓN Y SALUD.HACIA UNA ATENCIÓN MÉDICA MÁS HUMANIZADA
Para que la medicina llegue realmente a ampliar su visión hasta llegar a reconocer el verdadero impacto de las emociones debemos tener bien presentes las principales implicaciones de los descubrimientos científicos en este sentido.
1. Una de las medidas preventivas más eficaces consiste en ayudar a que la persona gobierne mejor sus sentimientos perturbadores (como el enfado, la ansiedad, la depresión, el pesimismo y la soledad). Los datos que nos proporciona la investigación ponen de relieve que la toxicidad de las emociones negativas crónicas es equiparable a la ocasionada por el tabaquismo. Es por ello, que ayudar a que la gente domine mejor estas emociones comporta un beneficio médico potencial tan importante como lograr que un fumador empedernido abandone su hábito. Un modo de alcanzar este objetivo sería comenzar a tomar conciencia de los saludables efectos preventivos de la educación infantil en los rudimentos básicos de la inteligencia emocional para que, por así decirlo, se conviertan en hábitos que perduren durante el resto de la vida. Otra estrategia preventiva muy beneficiosa consistiría en enseñar a los jubilados a controlar sus emociones, ya que el bienestar emocional es un factor determinante de la prontitud con que el anciano envejece o se mantiene en forma. Un tercer objetivo beneficiaría a lo que podríamos denominar grupos de población de alto riesgo, es decir a los indigentes, las madres trabajadoras, los residentes en barrios con un alto índice de criminalidad, etc.. Todos aquellos, en suma, que se hallan sometidos cotidianamente a una gran presión podrían aprovecharse de las ventajas médicas que supone el dominio de las complicaciones emocionales provocadas por el estrés.
2. Muchos pacientes podrían beneficiarse si, además del tratamiento estrictamente médico, recibieran también atención psicológica. Siempre que una enfermera o un médico consuelan y reconfortan a un paciente angustiado se está dando un importante paso hacia el logro de una atención médica más humanizada. Pero todavía nos quedan muchos pasos por dar en este sentido.Con demasiada frecuencia, en la medicina actual el cuidado emocional del paciente no es más que una frase vacía. A pesar de la ingente cantidad de investigaciones que subrayan la conexión existente entre el cerebro emocional y el sistema inmunológico, y la importancia de considerar las necesidades emocionales de los pacientes, todavía hay demasiados médicos
que siguen mostrándose reacios a aceptar que las emociones de sus pacientes puedan tener alguna relevancia clínica y siguen rechazando estas pruebas como si tuvieran un carácter meramente anecdótico trivial, “marginal” o peor aún, como el producto de la exageración promovida por unos cuantos investigadores que sólo buscan promocionarse.
Aunque cada día hay más pacientes que aspiran a disfrutar de una medicina más humana, lo cierto es que ésta se halla peligrosamente amenazada. Esto no quiere decir que no haya enfermeras o médicos entregados que brinden a sus pacientes una atención sensible y compasiva, sino que la nueva cultura médica depende cada vez más de los imperativos comerciales y está propiciando una situación en la que este tipo de atención es un bien cada vez más escaso.
También deberíamos considerar las ventajas económicas de una medicina más humana. Como sugieren las investigaciones , el tratamiento de la angustia emocional de los pacientes, que previene o retarda el brote de la enfermedad, al tiempo que acelera el proceso de recuperación, supondría un considerable ahorro en el presupuesto destinado a gastos sanitarios. En este sentido recordemos el estudio realizado con ancianos de Nueva York y en la Universidad del Noroeste, un estudio que demostraba que a las pacientes que recibieron terapia adicional contra la depresión se les daba de alta un promedio de dos días antes que al resto, lo cual supone un ahorro de 97.361 dólares por cada cien pacientes.Este tipo de atención también logra que el enfermo se sienta más satisfecho con su médico y con el tratamiento que se le administra. En el mercado de nuevo cuño, en el que los pacientes tendrán la posibilidad de elegir entre diferentes planes de salud, el grado de satisfacción de éste formará también parte integral de esta decisión, puesto que las experiencias desagradables pueden llevar a los pacientes a buscar atención médica en otra parte,mientras que, por su parte, las experiencias positivas se traducen en fidelidad.
Cabe añadir, por último, que la ética médica debería promover este tipo de enf.oque.Dada la manifiesta evidencia de que factores psicológicos tales como la depresión y el aislamiento social suponen un importante riesgo añadido para los pacientes aquejados de enfermedad coronaria, sería una grave falta de ética dejar sin tratar este tipo de factores”.
Si los descubrimientos realizados sobre relación existente entre las emociones y la salud tienen algún sentido, éste sería el de poner en evidencia la inadecuación de un planteamiento que suele descuidar la forma en que se siente la gente en su lucha contra la enfermedad grave o crónica. Ya ha llegado el momento en que la medicina saque provecho de la relación existente entre la emoción y la salud, de modo que lo que hoy es una
excepción termine convirtiéndose en una regla general de la práctica médica. Es así como podremos terminar humanizando la medicina y, al mismo tiempo, potenciando la velocidad de la recuperación de algunos pacientes.“La compasión, que no se limita a sostener la mano ajena, como escribe un paciente en una carta abierta a su cirujano, es una medicina excelente”.
EL ÉXITO Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
El éxito deja rastro, por lo que hay que seguirle la pista a aquellos empresarios o directivos que han tenido éxito, entendiendo el éxito no desde el punto de vista económico o personal sino desde el punto de vista de hacer cosas interesantes, de crear y generar. Las personas que han creado tienen un éxito que deja rastro en función de dos variables:
- El tipo de contribución que han hecho.
- El tipo de personas en que se han convertido.
Podríamos decir que estas dos variables son efectos causados por los resultados que han obtenido los cuales están muy relacionados con el perfil de comportamiento que han seguido totalmente influenciado a su vez por el perfil de emociones que han sentido.
No existe nadie que haya hecho algo relevante en su vida sin haber sentido pasión por lo que estaba haciendo. Es el papel, una vez más, de las emociones.
Pero las emociones no dependen de las cosas sino del significado que le damos a estas cosas. Podríamos decir entonces que una persona es como es, según cómo interpreta sus circunstancias. La clave de la felicidad, de tener una vida de plenitud en todos los niveles, y también en el profesional, está en cómo se interpretan los sucesos que van ocurriendo.
El significado de las situaciones que van sucediendo a lo largo de la vida se puede controlar a través de varios mecanismos. Uno de ellos es el tipo de creencias básicas que cada persona tiene, y aquí lo importante no es que sus creencias sean verdaderas o falsas sino que sus creencias tengan un carácter facultativo, que le den esperanza para intentarlo otra vez, que le animen a proseguir, que supongan un impulso interno para volver a intentarlo. No conviene por tanto que las creencias tengan un carácter discapacitante, que nos cierren oportunidades, que nos corten las alas o nos digan que no lo vamos a lograr.
El segundo mecanismo por el cual se controla las situaciones son los condicionales que una persona se crea a la hora de hacer las cosas. Un condicional es aquello que hace falta que suceda para que alguien haga algo y sienta algo haciéndolo.
Hay personas que por el tipo de reglas que utilizan a la hora de hacer las cosas tienen pocas probabilidades de sentirse bien. Una persona que se pone muchos condicionales,que se autoimpone muchas reglas acaba creándose unas condiciones personales para que las circunstancias actúen de una manera discapacitante.
Concedámonos la oportunidad de intentarlo, y por supuesto aceptemos el hecho de que podemos equivocarnos, pero valorando ese error no como algo negativo, sino como material para el aprendizaje.
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