Para que la medicina llegue realmente a ampliar su visión hasta llegar a reconocer el verdadero impacto de las emociones debemos tener bien presentes las principales implicaciones de los descubrimientos científicos en este sentido.
1. Una de las medidas preventivas más eficaces consiste en ayudar a que la persona gobierne mejor sus sentimientos perturbadores (como el enfado, la ansiedad, la depresión, el pesimismo y la soledad). Los datos que nos proporciona la investigación ponen de relieve que la toxicidad de las emociones negativas crónicas es equiparable a la ocasionada por el tabaquismo. Es por ello, que ayudar a que la gente domine mejor estas emociones comporta un beneficio médico potencial tan importante como lograr que un fumador empedernido abandone su hábito. Un modo de alcanzar este objetivo sería comenzar a tomar conciencia de los saludables efectos preventivos de la educación infantil en los rudimentos básicos de la inteligencia emocional para que, por así decirlo, se conviertan en hábitos que perduren durante el resto de la vida. Otra estrategia preventiva muy beneficiosa consistiría en enseñar a los jubilados a controlar sus emociones, ya que el bienestar emocional es un factor determinante de la prontitud con que el anciano envejece o se mantiene en forma. Un tercer objetivo beneficiaría a lo que podríamos denominar grupos de población de alto riesgo, es decir a los indigentes, las madres trabajadoras, los residentes en barrios con un alto índice de criminalidad, etc.. Todos aquellos, en suma, que se hallan sometidos cotidianamente a una gran presión podrían aprovecharse de las ventajas médicas que supone el dominio de las complicaciones emocionales provocadas por el estrés.
2. Muchos pacientes podrían beneficiarse si, además del tratamiento estrictamente médico, recibieran también atención psicológica. Siempre que una enfermera o un médico consuelan y reconfortan a un paciente angustiado se está dando un importante paso hacia el logro de una atención médica más humanizada. Pero todavía nos quedan muchos pasos por dar en este sentido.Con demasiada frecuencia, en la medicina actual el cuidado emocional del paciente no es más que una frase vacía. A pesar de la ingente cantidad de investigaciones que subrayan la conexión existente entre el cerebro emocional y el sistema inmunológico, y la importancia de considerar las necesidades emocionales de los pacientes, todavía hay demasiados médicos
que siguen mostrándose reacios a aceptar que las emociones de sus pacientes puedan tener alguna relevancia clínica y siguen rechazando estas pruebas como si tuvieran un carácter meramente anecdótico trivial, “marginal” o peor aún, como el producto de la exageración promovida por unos cuantos investigadores que sólo buscan promocionarse.
Aunque cada día hay más pacientes que aspiran a disfrutar de una medicina más humana, lo cierto es que ésta se halla peligrosamente amenazada. Esto no quiere decir que no haya enfermeras o médicos entregados que brinden a sus pacientes una atención sensible y compasiva, sino que la nueva cultura médica depende cada vez más de los imperativos comerciales y está propiciando una situación en la que este tipo de atención es un bien cada vez más escaso.
También deberíamos considerar las ventajas económicas de una medicina más humana. Como sugieren las investigaciones , el tratamiento de la angustia emocional de los pacientes, que previene o retarda el brote de la enfermedad, al tiempo que acelera el proceso de recuperación, supondría un considerable ahorro en el presupuesto destinado a gastos sanitarios. En este sentido recordemos el estudio realizado con ancianos de Nueva York y en la Universidad del Noroeste, un estudio que demostraba que a las pacientes que recibieron terapia adicional contra la depresión se les daba de alta un promedio de dos días antes que al resto, lo cual supone un ahorro de 97.361 dólares por cada cien pacientes.Este tipo de atención también logra que el enfermo se sienta más satisfecho con su médico y con el tratamiento que se le administra. En el mercado de nuevo cuño, en el que los pacientes tendrán la posibilidad de elegir entre diferentes planes de salud, el grado de satisfacción de éste formará también parte integral de esta decisión, puesto que las experiencias desagradables pueden llevar a los pacientes a buscar atención médica en otra parte,mientras que, por su parte, las experiencias positivas se traducen en fidelidad.
Cabe añadir, por último, que la ética médica debería promover este tipo de enf.oque.Dada la manifiesta evidencia de que factores psicológicos tales como la depresión y el aislamiento social suponen un importante riesgo añadido para los pacientes aquejados de enfermedad coronaria, sería una grave falta de ética dejar sin tratar este tipo de factores”.
Si los descubrimientos realizados sobre relación existente entre las emociones y la salud tienen algún sentido, éste sería el de poner en evidencia la inadecuación de un planteamiento que suele descuidar la forma en que se siente la gente en su lucha contra la enfermedad grave o crónica. Ya ha llegado el momento en que la medicina saque provecho de la relación existente entre la emoción y la salud, de modo que lo que hoy es una
excepción termine convirtiéndose en una regla general de la práctica médica. Es así como podremos terminar humanizando la medicina y, al mismo tiempo, potenciando la velocidad de la recuperación de algunos pacientes.“La compasión, que no se limita a sostener la mano ajena, como escribe un paciente en una carta abierta a su cirujano, es una medicina excelente”.
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