El TOC es un trastorno de ansiedad caracterizado por la presencia de obsesiones y compulsiones que el niño no puede controlar.
Obsesiones. Son pensamientos,
ideas, deseos, impulsos o preocupaciones intrusivas e indeseadas que surgen en
la mente de una persona de manera reiterada. A menudo las obsesiones no tienen
sentido y son desagradables o incluso repugnantes. La persona debe intentar ignorar
o reprimir estas obsesiones o neutralizarlas con algún otro pensamiento o
acción. La persona que sufre de TOC reconoce que estos pensamientos surgen en
su propia mente y que no son una intrusión psicótica. Algunas obsesiones
comunes son: impulsos reiterados para matar a un familiar querido;
preocupaciones incesantes sobre la suciedad, los gérmenes, la contaminación, la
religión; pensamientos recurrentes sobre algo que no se realizó correctamente;
sentimiento de que ciertas cosas deben estar siempre en ciertos lugares,
posiciones u orden; pensamientos sobre palabras, sonidos, números o imágenes
sin sentido. Para algunos niños, la cavilación y los rituales excesivos son el
resultado de sus esfuerzos por imponer orden en los sentimientos internos de
ansiedad y confusión.
Compulsiones. Son conductas
reiteradas sin sentido que generalmente se producen en respuesta a una
obsesión. La conducta es un intento por neutralizar o evitar un hecho,
situación o pensamiento temido. Una persona puede o no reconocer que la
conducta es obsesiva o irracional. Algunas compulsiones comunes son: lavarse
las manos, ducharse y controlar los cajones y cerraduras de manera excesiva.
Las conductas reiteradas pueden incluir vestirse y desvestirse, amontonar
objetos, tratar de asegurarse de que algo sucedió o no. Los síntomas pueden
incrementarse y reducirse. A menudo no hay una relación lógica entre la
obsesión o compulsión y los miedos que supuestamente deben contrarrestar. En
vez de reducir la ansiedad, las obsesiones y compulsiones generalmente la
incrementan.
Para un diagnóstico del
TOC, las obsesiones y compulsiones deben ser lo suficientemente graves como
para consumir tiempo o causar un marcado estrés o un deterioro significativo.
En los adultos, en algún momento durante el curso del trastorno, la persona
reconoce que las obsesiones o compulsiones son excesivas o irracionales. Esto
no siempre se aplica a los niños, ya que algunos todavía no cuentan con las
habilidades cognitivas necesarias para emitir este juicio.
Las compulsiones pueden
ser externas o encubiertas, en el primer caso serían acciones que se realizan
de manera reiterada para apartar los pensamientos no deseados, en la forma
encubierta la manera de contrarrestar estos `pensamientos no deseados sería con otros pensamientos, con lo cual en
niños hay que tener una especial atención con este tipo de compulsiones porque
sería poco evidente el trastorno ya que no se manifiesta a través de un
comportamiento extraño, debemos estar atentos a otros síntomas de alerta como pueden ser dolores
de cabeza, dolores repetidos de estómago, inquietud, dificultad para dormir,
tristeza…etc.
El tratamiento mas efectivo es la combinación de terapia cognitivo-conductual y medicamentos, pero sin duda, detectarlo en sus inicios es lo que consigue controlardo con más facilidad.
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